Madrid Fusión 2016
LAS MONJAS CHOCOLATERAS
Quizás las dos participantes más atípicas y queridas de Madrid Fusión fueron dos monjas de clausura de Burgos, Sor Miriam y Sor Amada. Vestidas con sus hábitos, participaron, entre otras cosas, en el homenaje a los reposteros de última generación: Jordi Roca, Albert Adrià, Oriol Balaguer y Jordi Butrón. El lunes escuchaban con atención al pastelero Oriol Balaguer en su taller El cacao en dos tiempos y masas de pastelería. “Nos ha encantado”, dicen al unísono. Pertenecen al Monasterio de Santa Clara, de 1358, en Belorado (Burgos), y de la orden de las clarisas. Sus chocolates, que se exportan a países como Italia o Japón, se podían probar en el estand de la Diputación Burgos. Compran de 3 a 4 toneladas anuales de chocolate en bruto a la empresa francesa Valrhona.
Sor Miriam y Sor Amada en Madrid Fusión 2016. /SANTI BURGOS
Sor Miriam, valenciana de 33 años, se hizo religiosa a los 18. Sor Amada, madrileña de 42, a los 26, después de ser consultora en una empresa localizada en la madrileña Torre Picasso. Hasta 17 clarisas conviven en este convento hermanado con otro de Derio, Vizcaya, donde viven otras siete. La apuesta por la producción de chocolate empezó hace 15 años por la afición de la madre superiora a este dulce. Pedro Subijana empezó a ofrecer las tulipas de trufa de las monjas con el café. Paco Torreblanca les dio apoyo en la formación y con los moldes. Ampliaron surtido en 2005 con un pedido puntual de Japón. Antes todo era manual. Ahora tienen lira eléctrica, bañadora, fundidoras de chocolate, cintas de frío, bomba de vacío, espolvoreadora de cacao, cutters, envolvedora…
Venden a tiendas y particulares. La “hermana ecónoma”, dicen, es la gestora. Las ganancias se dedican a la manutención del monasterio. Hacen trufas surtidas, palitos de naranja o limón bañados en chocolate, rocas y surtidos de bombones.